20090912

Por una vivienda digna


Encontrar una vivienda que se adapte a tus necesidades en un país extranjero no es moco de pavo. Tras la ayuda de rigor de la Universidad de destino, te das cuenta de que las cosas salen mejor cuando están hechas por uno mismo. Cabañas de 20 metros cuadrados en los que viviríamos cinco personas, como sardinillas enlatadas por unos 200 euros al mes cada uno. Residencias donde por 50 euros menos compartiríamos habitación las mismas personas. Aparta hoteles en los que ser atendidos por 250 euros cada uno… El funcionariado trabaja igual en cualquier parte del mundo (admítanlo).
La cosa no se pone más fácil cogiendo un periódico. Ves pasar día tras día, hora tras hora, señalando con un bolígrafo aquellos anuncios que parecen ofrecer algo positivo, mientras que tu compañero intenta camelarse con su tonada española a los propietarios con los que se topa. Produce intriga el hecho de que buscando por tu cuenta los pisos salgan por la mitad de lo que la institución académica había mencionado (conjeturas aparte).
El caso es que hay que mantenerse despierto, en cualquier esquina pueden colártela si te dejas. Pero puedes esperarte cualquier clase de timo en otras circunstancias. Cuando el que te muestra el que podría ser tu futuro hogar es un inmigrante español no esperas menos que el trato sea cordial. Por el contrario, entre comentario de añoranza y mirada perdida, el “galleeeego” intenta colarte el mismo departamento que por otro lado ofrecen por 1200 pesos, por 800 pesos más mensuales. “Eso no es plata para vos que venís de España”, sentencia mientras me mira tras sus anteojos. “Eso es plata para cualquiera que sea estudiante”, le corto yo al “re-zarpado”.
Tres días visitando pisos puede ser una eternidad. Entonces por arte de magia te topas con otro españolito que no iba con tu grupo y que también busca un lugar donde cobijarse ( Coño, el lugar donde Cristo perdió el mechero se está poniendo de moda, dos años más y esto es la nueva Marbella española). David fue una nueva luz en el camino donde Raúl y yo andábamos perdidos. La incorporación de un tercer inquilino facilitaría el arrendamiento del piso del timo anterior, esta vez con su precio justo. Entonces te informas de leyes, te preparan el contrato, te vas a tomar un café y brindas con los amigos mientras sorteas la habitación donde pasar los próximos meses, y el sueño se rompe cuando intentan volver a timarte…
Los amigos son una parte clave de toda vida, de todo viaje. Ceci ha sido otra luz en el camino, otro “Nacho” en el que apoyarme. Amiga del anterior, fotógrafa y futura comunicadora social, que con 27 años puede considerarse como todo un ejemplo a seguir. Su magnetismo y simpatía nos tendrá a todos enamorados hasta el fin de este viaje. La cesión de su vivienda como campamento gitano durante 3 días ha sido uno de los gestos más bonitos que jamás haya recibido. Ella y Lucía serán grandes compañeras con las que compartir también grandes historias. Del eterno Nacho poco más puede decirse…gracias a él conseguimos un piso. No, un piso no, EL PISO.
La movilización de un grupo de chicos que tan sólo conoces de unos días por ayudarte a encontrar vivienda hace que te olvides de la mala onda y fama de otros argentinos. La desesperación cesó cuando en la división para la búsqueda extendida por el pueblo, el equipo formado por Nachito and me, nos topamos con un tiburón de los negocios. Horas después firmábamos el contrato que me ata a esta ciudad hasta finales de Agosto (BECA DE VERANO A LOS ÁNGELES…BYE BYE). El mismo día el tiburón de origen italiano nos conseguía por menos de 100 euros una “heladera” y un hornillo en el que cocinar (el piso como la gran mayoría de esta ciudad, sin amueblar).
Mi palacio consta de dos habitaciones (no mencioné que por disparidad de caracteres David y Raúl serán mejores amigos si no viven bajo un mismo techo). Una de ellas, de la que me he adueñado, con armario empotrado. Un cuarto de baño nuevecito, con bañera enorme en la que relajarme, e importantes estantes donde colocar mis accesorios. La cocina, aunque grande, no impresiona tanto como el hecho de que posea una parrilla gigante cual horno de pizzería en un comedor continuo. La terraza interior y azotea son sólo dos puntos más que sumar a la estancia favorita de todo el que me visita. El salón, rosa, con gran espejo de pared y enorme ventanl y dimensiones, ocupará la mayoría de nuestros encuentros. Sin ir más lejos, el momento de escritura me sitúa entre seis amigos, frente al ventanal, observándolos mientras juegan sobre el suelo a las cartas. El olor a pizza y cerveza aún presentes, sus risas me contagian…No sé si conozco la felicidad aún, pero debe parecerse a esto.
No crean que es oro todo lo que reluce. Encontrar una vivienda digna en Argentina, no sólo arremete con el problema de comprar unos muebles. Los contratos, por ley, deben ser de un mínimo de 24 meses. Los alquileres temporarios no interesan, y si alguno accede a hacerlo, te pide el doble mensualmente y de un solo pago. Por añadidura, si no tienes un aval o garantía, nadie se fía. Argentina es el país de las desconfianzas, nadie se fía de nadie, y empiezo a creer en ese dicho sobre que “cree el ladrón que todos son de su condición”. Sin embargo, como divagaba anteriormente, hay personas extremadamente buenas que hacen que te olvides de todo aquello.
Una vivienda que al fin me ata a este pueblo de 120.000 habitantes, Olavarría, por seis meses, que me tiene enamorada con sus coches, que parecen trasladarte a los años en los que aparecieron los primeros automóviles en España. Sus tiendas clásicas en las que se entablan relaciones con los tenderos. Sus calles estructuras perfectamente y cruzadas por un arroyo de puentes colgantes de madera…Pido al cielo no querer quedarme, apenas una semana y media y ya siento miedo…

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

1 comentario:

  1. Anónimo8:44:00

    Fue aquí donde te intentaron pinchar otros el Internet a tu nombre?

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