20090912

First sensations

Del anglosajón primeras impresiones o primeras sensaciones. Eso que suele experimentarse cada vez que se nos plantea algo nuevo. Con lo que procuramos no tener prejuicios.
Buenos Aires es algo más que una ciudad, es otro mundo. No diremos que se trata de una capital de contrastes pues cuanto más viajo más percibo que de algún modo todas lo son. Las primeras horas en lugar ajeno, bajo una soledad no escogida, probablemente sean las más importantes. A pesar de no querer dejarme impresionar por lo palpable a primera vista, lo cierto es que poner un pie en la calle supone sufrir un flechazo o como “acá” dirían: love at first sight.
Probablemente esto del idioma de la primera potencia, marque mi día a día y sea materia de estudio en los meses venideros. El imperialismo del inglés en los latinos. Cómo el castellano puede llegar a ser tan distinto podría ocupar las páginas de otra Tesis. Y es que el argentino no bebe, toma. El argentino no compra los billetes para coger el bus, consigue los boletos para tomar el micro. No utiliza el ordenador con internet, usa la compu con el wai fai. No tiene pantalones de deporte, viste jogging…
Pero para percatarse del auténtico espíritu del porteño, deben vivirse sus calles, ser paseadas, respiradas, observadas, husmeadas. Pocas veces encontré mayor placer que caminando a través de aquella inmensa avenida peatonal que hacía alarde a su nombre, La Florida. Toda una calle Sierpes igualmente viva de día que en la noche, con una peculiaridad en sus horarios. La procesión diurna corresponde a la masa cosmopolita que habita la metrópolis, mientras la nocturna está representada mayormente por turistas y vendedores que se extienden en el centro de la kilométrica calle.
Esa soledad no escogida que mencionaba con anterioridad me tiene embelesada. Un albergue juvenil e internacional debería ser todo un hervidero de amistades efímeras, conversaciones y experiencias compartidas. Sin embargo ahí estaba Pili, sentada en una mesa, rodeada de gente cuya simple mirada inspiraba la curiosidad propia de todo periodista y sin ser capaz de entablar una conversación. Me sentía pequeña y por el contrario, la inspiración que me inundaba, las ideas que brotaban en mi cabeza, los proyectos futuros que al observar todo aquello generaba mi cerebro, me hacían sentirme más grande que nunca.
Fue eso lo que provocó que pisara el asfalto (eso, y la necesidad humana de alimentarse y la mía personal por comprar los billetes de bus para el día siguiente, claro). Y caminar siempre me ha apasionado, aún más cuando el paisaje es desconocido, pero siendo las distancias excesivamente largas, la cosa cambia. Cuando un argentino te diga que algo está cerca, ve buscando un taxi…
Toda andadura merece una recompensa. La mía vino en forma de hamburguesa. La eterna comida de aquellos que no gustan de almorzar o cenar solos. Me pregutan sin cesar si los chicos aquí son atractivos, pues bien, los únicos que consiguieron hasta el momento llamar mi atención se encontraban en McDonald’s. Todo un ejército de camisas blancas y pantalones negros rendían culto a la comida basura ya fuese por grupos o como ésta que los observaba, en solitario. El postre fue lo más sabroso del día, y no por tratarse de un cono de helado de dulce de leche, sino por cómo se paró el tiempo mientras lo saboreaba cruzando una calle, con el sol en mi cara y los versos de Volver sonando a través de una voz desgastada…
Al tercer día resucité y partí temprano hacia Olavarría, el lugar donde permaneceré los próximos 5 meses de mi vida, si la sobrevivo. Pueden imaginarse la estampa: joven guiri en Buenos Aires cruza avenida principal con maleta rosa fucsia de 30 kilos arrastrada, una mochila de 15 kilos a la espalda y otra de tres en el pecho. Pues no, aún no puedo contarles que me robaran, la gente se muestra servicial y amable y el hambre lo único que les provoca es que te supliquen un par de pesos por la ayuda prestada.
El camino a este pueblo-ciudad si eres tan torpe como para coger el bus que para en cada pueblo (como fue mi caso) se estira hasta unas interminables 7 horas. La conversación de un chico de tu edad que vive allá siempre te las hace más llevaderas. Tampoco se emocionen por esto, no era atractivo. Ser española, o como aquí dicen “gallega” también ayuda a que el chofer y su ayudante te inviten a unos “mates” con tu nuevo amigo en la parte delantera (toda una cultura esto del mate que explicaré en otro momento).
La recepción al llegar, simplemente estupenda. Dudo que los secretarios académicos de las universidades de nuestro país, acudiesen a recoger a sus estudiantes extranjeros, les acompañasen a ver pisos o les invitasen a una cena típica. Lo cierto es que lo de ver futuras residencias sólo consiguió desanimarme. Un “departamento” con 2 “ambientes” para 5 personas, con 30 metros cuadrados y pagando 200 euros al mes cada uno, no pinta muy bien. Aún estamos investigando en lo que al tema se refiere, mientras vivir en un hotel no se hace del todo pesado. Que te hagan la cama y el desayuno suple el hecho de que no puedas deshacer las maletas.
Como decía, la gente es amable por naturaleza. Gracias a ello pude ver toda la ciudad de la mano de Nacho, olavarriense que pude conocer vía Facebook (las redes sociales de internet podrían ser otra fuente de estudio futuro)y que también estudia periodismo y trabaja aquí en una radio. Pueden emocionarse ahora por lo de atractivo, pero ya vaticino que Ignacio será el mejor amigo que saque de esta aventura. Lo que me hace recordar lo tremendamente hermosas que son las mujeres, aún no vi una que desmereciera este adjetivo, mis compañeros lo pasarán mejor que yo en ese sentido.
Al fin llega hoy precisamente uno de mis compañeros en este viaje. Espero que Raúl supla por el momento el cariño de los míos, que aún así, estoy sintiendo en la distancia. Me recordaron hace unas horas una imagen comiendo suizos con jamón york en una cafetería de niña, otros me sacaron una sonrisa haciendo alusiones a los bailes latinos que tanto añoro habiendo pasado tan poco tiempo. Por otro lado quisieron homenajearme bautizando a una perrita de mi raza predilecta con mi nombre…
Si la distancia es el olvido, ese caso no es el mío.

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