20090913

"Eternal sunshine of the spotless mind..."

O lo que es lo mismo, “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos…”, etérea, pura, que no está corrompida, que se encuentra frente a nuevos horizontes cada día al despertar. Ese es el título de una de las películas indispensables en mi recámara, el verso de un extenso poema de Alexander Pope. Quizás les suene más como “¡Olvídate de mi!”.

Son infinitos los instantes que mi mente “Piliversa” confabula en mi contra para traer a mi retina imágenes que se repiten sin previo aviso, como si de un tambor lejano se tratase. Rememoro los olores y sonidos que un día fueron, y lo que es peor, los que pudieron ser, y en ocasiones, porqué no admitirlo, duele; duele tanto que siento que podría romperme en cualquier momento, visualizo muñecos de nieve derritiéndose e imagino mi nariz de zanahoria, colocada por algún niño algún tiempo atrás, deslizándose hasta tocar el suelo, donde quedará olvidada, frágil, pendiente de que cualquier animalejo se la coma. Otras veces es como si las ruedas de un coche pasasen por encima de tu alma, de tu cuerpo (no, no me han atropellado nunca, pero imagino como debe doler). Es lo que tienen los recuerdos…

Semanas después de volver de mi periplo por tierras argentinas, y tras la liberación personal conseguida a través de varios enfrentamientos que debía afrontar, me siento fuerte para llevar a cabo la tarea de poner las cartas sobre la mesa, de mostraros mi memoria.

Llegué huyendo. Me temo que seis meses después, no he conseguido vislumbrar de qué. Si fue de él, si fue de mi misma o de mi destino. El caso es que esas doce horas en el avión fueron eternos segundos que se me plantearon como el primer reto. Mil preguntas que podrían haber esperado unos días más para llegar acompañada de otros amigos, pero necesitaba volar ese mismo día, no podía esperar, no me importaba volver a enfrentarme a otra aventura sóla. Y allí estaba yo, acurrucada en la habitación de un hotel, pisando la acera sólo para asegurarme de que no me estaba convirtiendo en murciélago.

Recuerdo los primeros días, cuando aquellas promesas de alojamiento facilitado por la facultad se derrumbaban. Igual que puedo ver mi cara, con la mandíbula desencajada al ver las cajas de sardinas que me enseñaban, queriendo meternos a 5 personas (cada cual de su padre y de su madre) en una misma habitación, pagando cada uno 200 euros al mes. Nunca sabré si aquello fue el primer timo o simplemente la primera decepción.

Cuando llegó EL PURGANTE a mi vida para buscar juntos piso, nunca pensé que acabaría llevándome una nevera a escondidas de una casa. Aquel otro chico que conocí a través de Facebook me recibió con los brazos abiertos, me presentó a sus amigos, que llegarían a acogerme en su casa mientras buscábamos piso. Y lo de encontrar techo…créanme que no fue fácil. Varios intentos de timo, sin aval ni contratos legales, y habitaciones complétamente vacías, sin tan siquiera un colchón donde poder tirarse. Finalmente es cierto que encontré el lugar de mis sueños, el problema es que el compañero, ese PURGARNTE del que os hablaba, no era tan soñado.

Tras muchos llantos conseguí desvincularme de el susodicho e independizarme. Vivir sóla y sin cocina ha sido todo un aprendizaje. La soledad fue buena en la mayoría de ocasiones, y la compañía también.

Respecto a los viajes…Buenos Aires tuvo sus más y sus menos. El Sur podría haber estado mejor, pero el Perito Moreno eliminó cualquier queja. Isla de Pascua provocó que tuviese que firmar un contrato de asistencia a clase e Iguazú fue sencillamente perfecto, a pesar de las lluvias torrenciales. Mi conclusión a raíz de todos ellos, es que la compañía o las personas con las que te topas, son clave. Aunque lo que sigo recordando de cada andadura a la perfección es la comida. Así estoy…

Los dos meses anteriores a nuestra vuelta, fueron una pesadilla académicamente hablando. Me merecía muchas cosas, y me alegré de muchas otras. El aprendizaje ha sido grato, y no sólo por lo que se daba en clase, sino por lo que sustrajimos de cada persona, buena o mala, para bien o para mal.

Cuando el azote de la gripe A plagó los medios de comunicación, supimos desde el primer instante que volveríamos a casa antes de tiempo. Aquellos cuatro días en que todo cerró, nos sentimos trasladados al pasado, era una locura, y lo de las mascarillas…

En cualquier país europeo la Universidad nos habría dado todas las facilidades, habría firmado nuestras cartillas de estudios y nos hubiesen deseado un feliz viaje. Nosotros sin embargo tuvimos que dar de baja los servicios de nuestros pisos, hacer las maletas, devolver los muebles prestados, comprar los recuerdos, y estudiar para 3 exámenes finales orales, y 2 trabajos finales en un fin de semana, y para colmo ser dejados de mentirosos por una secretaria académica. Gracias a dios, no todos los argentinos son así de falsos, pero no puedo negar que me he encontrado con más de uno.

No miramos atrás y la vuelta aunque en parte triste, fue más que deseada. Llegar y sentir que el tiempo se ha parado, que todo te estaba esperando tal y como lo dejaste, es sencillamente bello. No he logrado ser comedida, y en ocasiones olvido a la familia y a los amigos en la distancia, pero es que necesitaba tanto esto…ya no estoy huyendo, y me he enfrentado a mis fantasmas, he sabido encararlos, y no he sentido nada más que ternura y bienestar, he confesado mis pecados y ahora después de tanto, me siento verdaderamente libre, tanto que ante la beca Erasmus a Gales que se plantea dentro de dos meses, sólo se poner malas caras. Ya no necesito irme, ya no tengo porqué salir corriendo, pero quizás también traiga algo bueno. No quiero hablar de problemas, porque todo tiene soluciones.

Estas son sólo algunas de mis conclusiones. Esta es sólo parte de mi memoria, con la que me quiero quedar. Lo negativo sólo debiera servir para introducir lo positivo, y así lo he hecho. He querido ser escueta, y perdonen si no personalizo, pero ya me leyeron, y si no lo han hecho y tienen tiempo lean. Conocen como siento, y cada persona involucrada en estos recuerdos, en esta memoria, sabe de qué manera se implica en ella.

Gracias…

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