Deberes pendientes

Ushuaia, El Fin del Mundo, Tierra de Fuego…


El fin del mundo está más cerca de lo que pensaba. Hay ciertas edades, en las que ni te planteas soñar con determinados lugares o momentos. Igual que no piensas en hipotecas, o bodas, o hijos, no ves tu figura rodeada de espectáculos visuales naturales, como los que por casualidades de la vida, he visto.

Nadie me dijo cuando me atreví a solicitar esta beca, que lloraría de alegría tres veces por semana, que mi natural pereza se convertiría en inspiración divina, que una guitarra me serviría para pensar en fotografía. Siglo veintiuno, veintiún años, y todo esto debería estar prohibido. Me sobrecoge pensar en estos lugares milenarios que hoy recorro con una cámara, el portátil y tres amigos. La tribu de los Yamaná ya apenas existía cuando yo había nacido, pero yo hoy piso su suelo, embarco en sus orillas, y me maravillo con la fauna que ellos comieron.

Olvidaron comentarme que podría navegar por el canal Beagle, y andar por terrenos que algunos exploradores tardaron decenas de años en explorar. En la revista National Geographic no te dicen que podrás ver lobos marinos de verdad en su hábitat natural. Tampoco Walt Disney se acordó de recrear bosques de colores insensatos. Nadie me comentó que existieran árboles rojos, naranjas y al mismo tiempo amarillos…Nos pasan tantas cosas en la vida, estamos tan rodeados de preocupaciones externas que no podemos apreciar el mundo que nos rodea, ni pararnos a imaginar lo que conlleva.

“Deberías sentirte elevada”, me decían cuando llamaba para preguntar por los trámites de mi nuevo piso en Olavarría. Señores, señoras y señoritas, probablemente, incluso si ahora, me han cedido una parte de su tiempo para leer esto, tengan otras preocupaciones en su cabeza. Piensen, que finalmente, todo se trata de lo mismo. Dejen de sobrevivir, dedíquense a vivir. Decía un proverbio chino “Si algo no tiene solución, ¿Por qué preocuparse? Y si la tiene, con más razón ¿Por qué preocuparse?

Dudo que la chica que viaja a mi lado en el autobús y lee El diario del Che en Bolivia, esté pensando en todo lo que tiene que estudiar, o en el dineral que tiene que pagar por estar acá. Tiene una pamela debajo del asiento delantero y una tableta de toblerone enganchada en la mochila. No va pintada y viaja con una amiga, es tan bello.

Hay lagos escondidos y menos tímidos que surgen del rocío mañanero. Mientras caminas topas con cascadas imposibles, olores a leña donde no hay fuego, muelles de película y sensaciones de lo eterno. Una bolsa de plástico colgada de un árbol es lo único que te pone los pies en el suelo.

El cordero no es tan bueno como dicen, y los buffets son tan sólo eso. Pero la excursiones se pagan caras y más cuando se trata de cruzar un parque nacional con un tren que hace años construyeron unos presos. El humo y el silbido se eleva en el cielo proclamando la llegada de una tropa de turistas para que los árboles se encojan, la plaga de castores se esconda bajo helechos y esos pájaros cuyos nombres no recuerdo, alcen su vuelo.

Veo al turista japonés, estudiante de turismo en inglés, que chapurrea algún tipo de dialecto que se le asemeja. Mis cualidades como azafata de eventos hacen que le busque solución a sus cuestiones en un parpadeo. Me encanta poder practicar idiomas y ser de utilidad. Me encanta que Nuria, Chema y Álvaro me estén acompañando en este momento. Se me olvidó comentar por la crisis que pasaba en el pueblo. Mi compañero resultó estar aún más loco de lo que ya había escuchado en nuestros círculos comunes de amigos. Ahora él está en Olavarría intentando dar de alta internet a mi nombre para que yo lo pague, mientras yo planeo una operación para poder sacar todos los muebles del departamento. No se pregunten cómo se llega a esto, sólo pregunten a alguien que alguna vez haya compartido piso, y seguramente más del 50 por ciento se haya encontrado alguna vez con un elemento de estos.

Por eso les decía que no hay que ser tan pesimista, que hay que alejarse de lo malo y apegarse a lo bueno, y ahora mismo para mí, lo bueno, es esto.